viernes, 16 de septiembre de 2011

LA METÁFORA DEL ALUMNO

LA METÁFORA DEL ALUMNO/A
Caso alumno/a
Se diagnostica su situación, se lo acompaña, se le hace pedidos, recomendaciones, planteamientos; se dialoga con intenciones de encontrar las estrategias más adecuadas para su desarrollo personal y social, es decir para mejorar sus aprendizajes.
En algunos casos tenemos resultados positivos, los chicos avanzan hacia adelante; en otros casos no logramos nada absolutamente; promesas, reconocimientos, o rechazos, negaciones, etc.
Convocamos a padres, a familiares o encargados. Les entrevistamos, investigamos probables causas de dificultades, en fin, todo lo que está a nuestro alcance.
En ciertos casos los resultados son alentadores, pero cuando son adversos viene la decepción, la preocupación: el chico no llega a hora, son tres años sigue igual, no tiene la tarea, promete, no cumple nunca, molesta en clase, es descortés, mentiroso, perezoso; es inútil ya llamarles a los padres; le amonestamos, le aplicamos otros tipos de medidas…, terminó el año, nada hemos logrado…..
Parangón 1
¿Y el docente? ¿Llega a hora, acepta que se lo cierre el portón por llegada tardía? ¿Las reglas son solo para los estudiantes?
¿Solamente los estudiantes tienen tareas, tienen que estudiar? ¿Los profesores no tienen tareas, y no tienen nada que entregar a tiempo y en forma?
Reflexión
El alumno no debe expresarse de manera descortés ni ofensiva hacia los demás y yo cuando estoy delante de mis alumnos, cuando no logro lo que deseo con ellos, ¿cómo les trato con frecuencia? Ellos ¿qué perciben de mí: paciencia, impaciencia, tolerancia, intolerancia, discriminación o comprensión?
¿Los jóvenes tienen mis mismas experiencias para que yo los subestime y me sobre estime yo?
¿Reconozco mis falencias y procuro fortalecer mis buenas prácticas? ¿O me “solidarizo con mis compañeros” y hago también brazos caídos?
¿Es mejor ponerme bien con los estudiantes y dejarles que en la clase hagan pareja, se sienten en las sillas como si fuera en una cancha?
¿Es mejor ponerme bien con mi compañero /a de trabajo y evito ayudarlo a crecer hablando sinceramente de los aspectos que necesita mejorar? ¿Me mueven excusas o razones? ¿En quién busco la falla? ¿En mí o en los demás?
¿Soy responsable de mis actos? Mi hora de trabajo es mi hora de trabajo, me toca permanecer y hacer lo que tengo que hacer; o ¿todo el tiempo me paso buscando salir de mi trabajo para hacer otras cosas que bien puedo hacer desde mi casa o en otras horas que no son las de mi trabajo?
¿Soy honesta? ¿No dejo cuentas en la cantina, en la fotocopiadora y los alumnos y los padres se enteran hasta de mis finanzas? … y de mi falta de delicadeza....!
¿Cumplo con las orientaciones para trabajar en forma institucional?
¿Qué reflexión me merece ocupar 10 o 20 minutos de una prueba escrita y luego permito que los alumnos salgan del aula a “vagar” por el patio? ¿Estoy formando hábitos de responsabilidad en mis alumnos?
¿Soy espontánea en el cumplimiento de mis deberes?
Parangón 2
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre alumno y docente?
¿Acaso, el docente no es un profesional preparado para ejercer con altura su trabajo? Sin embargo, el alumno es una persona en proceso de formación inicial; el docente ha acumulado en su vida muchas experiencias de vida, de formación académica y laboral.
¿Cómo se sienten contigo tus alumnos: te valoran porque notan tus esfuerzos a favor de sus aprendizajes o te valoran porque la clase se convierte en una amena y vulgar familiaridad basada en comentarios de cualquier dimensión? ¿Porque no hay exigencias ni compromisos de parte de ambos?
¿Le pediste disculpas a tu alumno, alguna vez, porque erraste con él en algún procedimiento, por alguna causa?.... ¿Siempre te autocontrolas? ¿Te autoevalúas?
¿Esto es educar?
Educar es más que enseñar y aprender fórmulas matemáticas y reglas gramaticales, educar es transformar la personalidad del niño, del joven en un ser reflexivo, con pensamiento crítico, capaz de enfrentar las situaciones de la vida diaria con seguridad y entusiasmo; para ello debe poner en práctica los conocimientos que ofrecen las ciencias, la cultura y las tecnologías, ha de convivir con meridiana rectitud de criterios entre y con los demás, inspirado en la rectitud y en el sentido de responsabilidad que le infunde su maestro/a en todo momento y lugar!
Parangón 3
¿Y yo observo rectitud en mi trato, en mis apreciaciones, en mi desempeño profesional?
El mejor alumno o la mejor alumna que estudió, se dedicó toda la vida, usó sus talentos, evidenció grandes valores en su convivencia diaria; pero, por esas cosas de la vida, bajoneó, perdió un punto y dejó de ser el/a mejor alumno/a o el/a mejor egresado/a! ¿Y yo docente cuántos puntos perdí y quiero ufanarme de excelente?
Sinceridad
• No planeamos.
• Evaluamos lo que no enseñamos.
• Subestimamos en muchas ocasiones a los alumnos.
• La evaluación no se utiliza como una instancia de aprendizaje, sino como condena, no les damos en la mayoría de las veces a los alumnos la oportunidad de aprender de sus errores y que progresen.
Conclusión
Es bueno que nos parezcamos a nuestros alumnos por la vida y el sentido de la vida que compartimos, porque somos humanos y porque somos solidarios por naturaleza, porque ahora “yo les recibo y les doy a ellos” y más tarde, ellos “me recibirán y me darán”. Porque tampoco sabemos todo, tampoco somos tan fuertes, lloramos, nos angustiamos y también sentimos miedo y rabia.
Es más bueno aún que nos parezcamos a nosotros mismos: por la función que nos toca desempeñar, por el desafío a que nos comprometimos, por la confianza que nos dieron, por la trayectoria que marca nuestro rumbo en esta vida.
No somos ni más, ni menos, solo es cuestión de momentos.
Y no es bueno parecer haragán/a, intratable, vociferador/a, embustero/a, irreflexivo/a, desganado/a, indolente, apático, indiferente…………..
Es mejor pensar en Jesús, el Buen Maestro, imitar a Él…….
Las malas prácticas
Las malas prácticas del docente se convierten en pecados de la educación, es decir, atentados en contra de la educación. Los pedagogos hablan de pecados capitales en educación. Veamos.
Los pecados capitales en educación: domesticación: reprimimos a los alumnos: los mejores son los que no preguntan, no le cuestionan nada a los docentes, los que no defienden sus derechos (sometimiento), los que se dan por el “afecto” que le da el docente: un abracito, trato familiar, upa, etc.; repetición: ausencia de reflexión, de opiniones críticas, de creatividad; teorización: la realidad está afuera, en la clase solo teoría, lo que importa es repetir la teoría lejos del contexto; academicismo: la escuela es más importante que la familia, la estructura escolar es para que el alumno entre en la escuela, aprenden los conocimientos por el conocimiento mismo, sin ningún valor agregado; burocratización: importan las medidas, los medios, no la persona humana; improvisación: se enseña por intuición, cualquier cosa, se deja de hacer lo relevante, se llena el tiempo con holgazanería, no hay aprendizaje para la vida; elitización: gozan de nuestras preferencias los que tienen cociente intelectual elevado, nos evitan trabajo, nos hacen lucir, mientras que los otros son nuestras víctimas: inútiles, haraganes, perezosos, indolentes, por qué no te quedas en tu casa…, exclusión!

Educamos?

¿Puntos de comparación?
SIMPLEMENTE UNA REFLEXIÓN DE FIN DE AÑO ESCOLAR.
Oliva Silva de González. Carapeguá, Paraguay.
16/12/10

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